Reflexiones sobre fútbol femenino (Por Alfonso Laso Ayala)

Reflexiones sobre fútbol femenino (Por Alfonso Laso Ayala)

El fútbol femenino en Ecuador viene progresando aunque está lejos de  alcanzar un desarrollo sostenido. La gran cantidad de equipos en las ligas barriales, que participan en largos  torneos,  el ascenso del fútbol escolar y sobre todo colegial van logrando consolidar una afición de las más chicas por este deporte que debe ser aprovechada.

Ahora en las escuelas de fútbol al menos de nuestra ciudad, y no solo en las vacacionales, los espacios para las niñas futbolistas van ganado terreno. Antes nos sorprendíamos porque algún equipo de niños tenía entre sus jugadores a una pequeña que correteaba a la par de los varones. Eso poco a poco va cambiando y la competencia entre mujeres nos va resultando absolutamente normal. Sin embargo, el fútbol femenino en Ecuador ha recibido muy poco apoyo de quienes deben ser los encargados de fomentarlo y organizarlo. Recién en el año 2013 y gracias a que asumió en el ministerio del Deporte, un exfutbolista, José Francisco Cevallos, y a que las mismas actoras de nuestro balompié lograron convencerle que había muchas mujeres en Ecuador con grandes cualidades para la práctica del fútbol, se pudo concretar el sueño tan  esperado por todas. Solo entonces la federación ecuatoriana de fútbol se hizo cargo de organizar el primer campeonato ecuatoriano femenino absoluto en nuestro país. Estaba claro que el dinero, el verdadero apoyo, lo ponían otros.

Es que los dirigentes del balompié en nuestro país nunca dieron muestras de real interés por fomentar la práctica y competencia del futbol femenino. Siempre dijeron que no había dinero para eso mientras derrochaban recursos, por ejemplo, en viajes de dirigentes-turistas que acompañaban a la selección de varones por todo el mundo. Hubo, hay en realidad, mucha demagogia pero poco afán por hacer gestión y conseguir los recursos. Estos finalmente llegaron de manera casi fortuita. Lo curioso es que con apenas un campeonato y medio la federación ecuatoriana de fútbol  organizó la Copa América femenina en el 2014, como ya lo había hecho cuatro años antes sin siquiera tener un torneo formal. Toda una osadía.  Otra vez el Ministerio del Deporte hizo la inversión, mientras al final otros fueron los dirigentes que premiaron a las jugadoras que por cierto les eran absolutamente desconocidas.  El talento de nuestras futbolistas les llevó a clasificar primero al repechaje y luego al mundial de Canadá 2015. Era la gran demostración que las condiciones de las deportistas están y hay que cultivarlas y que para competir a nivel regional se necesita un mínimo grado de organización, competencia y los resultados llegarán.

Pero ni siquiera esto motivó a los dirigentes, acostumbrados al adulo, a impulsar el proceso. En lugar de acelerar el inicio del campeonato del año 2015 aunque sea “poniendo a cambio” para empezar a jugar y darles competencia a las seleccionadas, éste se fue atrasando pues no llegaba la partida presupuestaria del ministerio de deportes, que por cierto la ha ido reduciendo.  Al final el torneo comenzó tarde y las seleccionadas prácticamente no pudieron jugar en sus clubes pues estaban concentradas entrenando, algo que en el fútbol masculino sería impensado. Necesitaban competencia, así funciona a todo nivel. Tal vez ese es precisamente el problema, la mayoría de los actuales dirigentes no entienden que el fútbol femenino es también de alto rendimiento. Tiene las mismas necesidades y obligaciones que el fútbol de los hombres. Pero también tiene sus particularidades que hay que conocer y luego desarrollar. Nuestra joven directora técnica, Vanesa Arauz, reconocida internacionalmente, debió superar, sobre todo, nuestra falta de competencia alrededor del mundo (como si lo hace la selección de varones) para saber dónde estábamos ubicados. En el mundial lo aprendimos con sudor y lágrimas, en los juegos panamericanos el equipo consiguió su primer esperado triunfo. Nos queda seguir compitiendo y creciendo.

Por cierto, pertenezco a dos medio de información que han visto el esfuerzo de las jugadoras, sus dirigentes y sus entrenadoras por sacar adelante sus torneos en las mismas canchas y semana a semana. En Radio La Red y Teleamazonas hemos visto nacer la competencia femenina, primero en nuestra ciudad y luego en el país, la hemos impulsado, hemos sido testigos de los problemas que presenta, hemos querido ser parte y además incluir al fútbol femenino en el mapa deportivo de nuestro país. Hay quienes hasta nos cuestionan esta cobertura que hacemos pues sostienen que el fútbol femenino le importa a poca gente, nosotros estamos convencidos que acá hay una participación muy alta de mujeres jugadoras de fútbol y que su potencial es incalculable como ya se ha demostrado en una gran parte del mundo.

Hasta hace poquísimo habíamos visto como, para la participación en las copa libertadores femeninas, se le entregaba el cupo de nuestro país al club que había sido campeón de los hombres. Aquí hay que hacer énfasis que ningún club de los 24 de primera categoría tiene una división femenina. Entonces con el nombre y uniforme del club campeón en hombres  se armaba una suerte de selección femenina ecuatoriana, muchas veces era difícil rastrear su origen, y se la mandaba a competir, por cumplir. Resultados pobres, ninguna continuidad y muchos ofrecimientos cerraban cada participación anterior.

También están las copas américas en donde las selecciones ecuatorianas vienen participando desde el año 1995 con resultados dispares pero nuevamente con la interrogante de cómo se formaban dichos equipos. Salvo la última que finalmente tuvo un campeonato nacional al cual arrimarse. Como será la afición de nuestras jugadoras en estos últimos 20 años que pese a todos los obstáculos  y falta total de soporte de los dirigentes del máximo organismo de nuestro fútbol, fueron mejorando hasta obtener el tercer lugar histórico del año pasado. No podemos dejar de mencionar a un puñado de estas jugadoras como símbolo de estas clasificaciones históricas: Ligia Moreira, Ingrid Rodríguez, Shirley Berrúz, Kerly Real. En ellas la representación de sus compañeras mundialistas y de todas las jugadoras de nuestro país que soñaron con ir a un mundial.

Nosotros decidimos ser parte del fútbol femenino desde el primer torneo en el 2013. Transmitimos todas las fechas al menos un partido y fuimos conociendo los obstáculos que aparecían en el camino del torneo. Algunos de estos no han sido superados luego de tres campeonatos: canchas en pésimo estado que son peligrosas para quienes juegan, con camerinos lamentables o inexistentes, atraso para señalar los horarios de los partidos (esto incluso complico nuestra producción más de una vez) y luego están las decisiones dirigenciales que en lugar de aportar, han ido entorpeciendo el campeonato y que incluso a punto estuvieron de suspenderlo el año pasado. Varias decisiones de la organización que regenta el fútbol femenino y que pertenece a la FEF, han sido una simple copia de los errores normales que tenemos cotidianamente en el fútbol masculino.

En esta parte del continente americano, salvo Brasil, no encontramos que haya un real compromiso de las federaciones nacionales por impulsar el crecimiento del fútbol femenino.  El año 2014 las fechas del repechaje mundialista coincidían, increíblemente, con la realización de la copa libertadores femenina.  La base de nuestra selección era el Rocafuerte equipo campeón y representante ecuatoriano al torneo. Pues debió mandar a su segundo equipo con resultados esperados: rápida eliminación con tres penosas goleadas. ¿A alguien de la Conmebol se le podía ocurrir pensar que mientras Uruguay jugaba sus partidos de repechaje para clasificar a Brasil 2014 en varones se hubiera podido jugar la Copa Libertadores y en una modalidad de 11 días? La Conmebol y sus asociaciones no le prestan ninguna atención al calendario cuando de fútbol femenino se trata.

Y hubo algo muy grave para nuestro campeonato nacional femenino del año 2015. Rocafuerte debió renovar su platel pues la mayoría de sus jugadoras fueron a otros equipos. Decidió apelar a sus categorías formativas y presentó un plantel joven pero competitivo. Clasificó sin mayores problemas al cuadrangular final pero la mayoría de sus jugadoras estaban convocadas a la selección sub 20 que debía jugar el sudamericano en Brasil. Nuevamente las fechas se cruzaron sin ninguna previsión y el club ecuatoriano, que ha hecho un gran trabajo con el fútbol femenino, decidió retirarse de la competencia. Era el club bicampeón y favorito para repetir pero no jugó el cuadrangular final. ¿Esto hubiera pasado si era fútbol masculino? Con toda seguridad decimos que no.    Por eso el fútbol femenino necesita seguir preparando a sus propias dirigentes que entiendan bien su problemática y su particular desarrollo. El futbol femenino no puede seguir “encargado” a dirigentes que lo hacen de buena fe pero la mayoría sin convicción ni real interés en su evolución. Por ahora, al igual que Mabel Velarde, las mismas jugadoras y técnicas deberán convertirse en dirigentes. Por cierto, eso mismo pasó con el fútbol masculino hace casi un siglo. No es nada nuevo.

Pocos somos los medios que le prestamos atención al fútbol de mujeres en nuestra ciudad y país. Recién cuando se jugó la Copa América femenina en el 2014 varios periodistas se acercaron para ver de qué se trataba esto. Seguramente más de uno se sorprendió por el nivel que ofrecieron varias jugadoras y por la gran cantidad de gente que fue a verlas jugar también. Y no era por los uniformes, que Blatter sostenía, debían utilizar las deportistas. La euforia no duró demasiado y aunque aquella selección femenina ecuatoriana clasificó y luego ganó el repechaje, sus noticias fueron poco a poco ocupando espacios secundarios. Del campeonato nacional de este año se habló poco y eso que éramos selección mundialista. Los dirigentes desaparecieron hasta de  las premiaciones, para ellos la mayoría de las jugadoras eran absolutamente desconocidas. Este debe ser el reto más grande que enfrenta el fútbol femenino: ganar un espacio permanente en los medios de comunicación que significará multiplicar su interés. No será fácil pues a los medios los recursos tampoco les sobran. Pero deberán ingeniárselas organizando más torneos como la Copa San Francisco que ya tiene a su similar en Guayaquil con la Copa Rocafuerte o el mundialito, de tanto éxito, que se jugó antes del Mundial de Canadá. Así mismo el trabajo de relaciones públicas debe ser permanente y los problemas, si es que estos existen, deben ventilarse también en los medios. En esto no debe diferir mayormente con el fútbol masculino, la discusión pública también aportará a su desarrollo.

Estamos convencidos que el fútbol femenino ya despegó en nuestro país. Habrá que seguir defendiendo sus recursos pero también impulsando su propio desarrollo. Las jugadoras tricolores nos permitieron presenciar un mundial diferente porque participaron en él. Recién pudimos entender la importancia que tiene el fútbol de mujeres en otros países del mundo y la euforia que es capaz de levantar. Por supuesto que el trabajo será de largo plazo pero nuestras futbolistas ya nos demostraron todo su amor propio para levantarse en los momentos difíciles, que fueron muchos. Nosotros mantendremos el compromiso de seguir de cerca este esfuerzo y, desde el espacio que nos corresponde, seguiremos festejando los goles y las alegrías que estamos convencidos nos seguirán entregando nuestras mujeres futbolistas.

*Exposición de Alfonso Laso en el Foro de fútbol femenino organizado por Mabel Velarde ex tricolor nacional

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