El regreso de la Trituradora Roja por Andrés Villamarín

El regreso de la Trituradora Roja por Andrés Villamarín

Algo más que una década ha pasado por el que el hincha de los puros criollos no ha podido gritar campeón. En estos doce años, la impotencia, amargura e incredulidad han traído consigo un cierto deterioro en la relación afectiva de sus hinchas con el organigrama de su equipo.

El hincha, en la mayoría de casos es pasional. Él toma como evaluación los campeonatos y las alegrías que pueden llegar a obtener con triunfos como sinónimo del éxito.

El Rojo se fundó en 1964. Tres años más tarde, consiguió su primer campeonato ecuatoriano de fútbol y con ello rompió la hegemonía de los equipos del astillero. Aquel año, Tom Rodríguez fue el goleador de “La Máquina Gris”, un nombre que nacía para reconocer el juego del Club Deportivo El Nacional.

A raíz del primer campeonato del 67, El Nacional tuvo que esperar 6 años para que empiece su supremacía en relación a sus contrincantes. En 1973 empezaban a aparecer figuras como los Paz y Miño, Ron, Cabezas y compañía. Todos ellos le daban a El Nacional su segundo título en la historia.

Hablar de 1976 es empezar a romper la lógica, batir los récords y patentar hechos que hasta la fecha siguen siendo difíciles de emular. A “La Trituradora Roja”, en aquel año, de 42 partidos apenas le pasaron por encima en 9. Ese equipo, del eterno Ernesto Guerra, marcó 80 goles, una cifra descomunal de un equipo que se paseó en las dos etapas para que en la liguilla pueda gritar campeón con sobra de merecimientos.

Lo mejor estaba por venir. En el 77 parecía que el año no era del todo alentador. El rojo fue de menos a más y llegó a la parte final del campeonato para que de forma invicta consiga, lo que hasta aquel entonces era su primer bicampeonato. El año del Flaco Fabián Paz y Miño fue conmovedor. Marcó 27 tantos y se proclamó como el máximo artillero de aquella temporada.

La sensación de imbatibilidad y grandeza se consumó en 1978. El Nacional tuvo un año redondo con figuras descollantes como Wilson Nieves, Fausto Correa, “Cococho” Escalante, entre otros. Ellos se pasearon en un año donde lo pintaron de rojo y donde quedará para el recuerdo aquella paliza de 9 goles al porteño Valdez.

Ya en los 80, el equipo de los puros criollos iba a dictó cátedra en nuestro balompié. El Nacional fue campeón 4 años en aquella década y se proclamó bi Tri campeón en el 82- 83 y 84. Los adjetivos de superioridad y elogio quedan cortos. En esos años apareció un tal José Voltaire Villafuerte, el mejor 10 de El Nacional y uno de los cinco mejores de la historia del fútbol ecuatoriano.

Cuan ilógico es que un tipo de 25 años adjetive así un rendimiento de equipos que ni los vio, resulta hasta algo fuera de sitio. El Nacional hizo época, sentó un precedente y dejó la vara tan arriba en nuestros campeonatos para cualquier otro equipo.

La tropa militar rozaba la perfección y dominaba sin reparo alguno nuestro balompié. ¡De pies señores! Ovación rotunda al equipo que hasta aquel entonces tenía 20 años y ya 8 estrellas con 2 Bi-Tri campeonatos. Único e irrepetible, además de un adjetivo fenomenal que le calzaba a la institución: “La Gloria del Fútbol”.

La orquesta de Baldeón, Benítez y Mera se floreaban allá por el 86 para cumplir a rajatabla aquella vieja costumbre de ser monarcas del fútbol ecuatoriano.

Llegó la época de los 90 y en el añoro del pueblo militar quedarán los nombres de todos los cracks que tuvo su plantilla. Un brindis, no por las copas, sino por el legado que dejaron en el fútbol ecuatoriano, y el sentido de pertenencia para las generaciones que venían detrás del equipo que lo puede decir con mucho orgullo. Es netamente defendido por jugadores ecuatorianos.

En 1992, nuevamente fue la tropa de Ernesto Guerra la que se alzó como campeón. Se dieron el lujo, que por ahora ningún equipo ecuatoriano lo ha hecho, de dejar en modo cementerio el Monumental del Salado y con la fiesta preparada a los hinchas del Barcelona de Guayaquil. Ante todo y contra todo, aquel gol de Dixon Quiñónez le permitió al Rojo volver a portar sus colores en el más alto podio. Aquel día en Guayaquil ni las viejas artimañas, ni la hostilidad, ni el descansar el entretiempo en la misma cancha y peor el polvo pica, pica lo dejó al Nacional sin su máximo objetivo. ¡Heroico!

El haber pasado 4 años sin ser campeones ya era algo extraño en un equipo acostumbrado a ser primero. En 1996, Chalá, Burbano, “Tin Delgado” y compañía volverían a darle al hincha rojo una inmensa alegría. Para ser campeón hay que ganar en cualquier parte y los Puros Criollos, en la definición del torneo doméstico, ganaron en Guayaquil (1-2) y en Quito (2-0) al Club Sport Emelec. Aquel barco lo condujo un adelantado que llegó a nuestro fútbol, el recordado Paulo Massa.

El nuevo siglo llegó y con él la competitividad a un Nacional que parecía no tener contendor en su mismo patio. Frente a ellos, el crecimiento de Liga Deportiva Universitaria fue notorio y con aquello, el fútbol de Pichincha dominó nuestro campeonato. Además de los títulos de Sociedad Deportivo Quito que también se hicieron presentes.

Sin embargo en el 2005 (AP) y 2006, El Nacional nuevamente tatuó en nuestro balompié otro bicampeonato. Ahora sí, el tipo de 25 años quien escribe estas líneas ya pudo ser testigo de aquellos equipos, que fiel al estilo de la “Maquina Gris”, gritaron campeón. Antonio Valencia nació en el Rojo, creció y se hizo grande. Junto a él, la base de la selección ecuatoriana de fútbol más exitosa de todos los tiempos fueron. Parte de ese auge, se debe mencionar a un chiquilín, que pese a su corta edad, era indescifrable. Brindis al cielo por ti: Cristian Rogelio Benitez Betancourt “Chucho”.

Aquellos campeonatos fueron dirigidos por el paraguayo Ever Hugo Almeida. Ver jugar aquel Nacional era comprobar lo que te contaban o lo que ya te habías enterado. ¡Lírica pura! ¡Espectáculo garantizado! ¡Equipazos!

De ahí en más, una política externa al deporte y de impacto directo al club, desestabilizó las arcas financieras del Club Deportivo El Nacional. Además de malos manejos y transferencias insólitas de quienes estaban al mando de un equipo inmenso para el Ecuador. Seguramente esto será digno de ponerlo en otro artículo.

Irónico pero cierto, en los últimos años, los goles de Marwin Pita en Ambato para no descender fueron los más gritados. Estar al filo de la cornisa fue el aditamento de las últimas temporadas. Triste pero cierto. Absurdo pero a la vez lógico por quienes estuvieron a cargo del club y como desaprovecharon los recursos con todo lo que pudieron generar.

En medio de toda esta obscuridad y casi casi en el anonimato llegó Eduardo Favaro; el uruguayo vino para salvar al equipo de un abismo y darle la permanencia que nunca debe estar en discusión para el rojo. “Lolo” de pocas palabras y pocos amigos en 2016 armó un equipo a su fiel semejanza: con pocos recursos y con más dudas que certezas y no solo eso sino que lo catapultó a una clasificación a Copa Libertadores, torneo que no lo había jugado por varios años. Favaro había hecho un milagro en base a trabajo con los jugadores que contó y los catapultó a su mejor versión.

En 2017, el Rojo nuevamente se desarmó. Tras haber quedado fuera de forma insólita en la copa y tener un muy mal primer semestre, sorprendió a propios y extraños en la segunda etapa. El Nacional llegó hasta la penúltima fecha con posibilidades de ganar el semestre y forjar una final de campeonato. Sí, señores. Favaro lo volvió a hacer.

Soy de los que piensa que el jugar bien y ganar debe estar alineado en el fútbol. No lo pongo como condicionante de procesos, ni como cláusula de éxito, sin embargo cuando esos 2 preceptos van alineados disfruto rotundamente de ver a un equipo jugar al fútbol. Este Nacional de Favaro me emocionó en varios tramos del último año: aquel gol de Bryan de Jesús en el Capwell, aquel baile en Ponciano o aquel triunfo en el Monumental. Todos estos momentos, el hincha rojo seguramente viajó en el pasador para recordar los años gloriosos de su club.

La temporada 2018 está a las puertas de iniciarse. En El Nacional está Eduardo Favaro, el mejor técnico del fútbol ecuatoriano en la actualidad. Viene con una base del 2017 interesante y ausencias que nadie mejor que él sabrá como suplirlas. Si le preguntan a este tipo de 25 años qué este Nacional es candidato. A priori respondo con carácter afirmativo y les quedo debiendo para otro post el por qué. Por ahora, fanático del Rojo vuelve a la cancha, haz del Atahualpa un fortín y acompaña a tu equipo que este año dará muchísimo de qué hablar.

Editorial:

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