Mujeres: hoy no les voy a desear un feliz día

Mujeres: hoy no les voy a desear un feliz día

Les pido mil disculpas. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, al menos a mi criterio, no es igual que San Valentín, que el Día del Padre, de la Madre, que su cumpleaños o que su santo. Así que no les voy a desear un feliz día.
En esta fecha conmemoramos la lucha de muchas mujeres a lo largo de la historia, algunas de ellas que incluso perdieron la vida buscando la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo del género femenino; batalla que ha dado grandes avances pero sólo si los comparamos con las absurdas condiciones de vida, laborales, políticas o de cualquier ámbito en las que debían desarrollarse las mujeres de hace uno, dos o 10 siglos atrás. Por ejemplo, leía una proyección del Foro Mundial Internacional que en el 2016 afirmó que la igualdad salarial entre hombres y mujeres tardará 170 años en hacerse realidad. Entonces, aún falta mucho, muchísimo por hacer.

No soy un gran ejemplo de un hombre que ha creído y luchado por la igualdad de género. Pero, quiero cambiar. Necesito cambiar.

Y este es mi primer aporte en este día: reconocer mi machismo, sin justificarlo ni en la forma en la que fui criado, ni en las creencias de la sociedad, ni en ningún otro pretexto que me ha llevado a cometer varios errores, discriminando, violentando o menospreciando a una mujer en cualquiera de las formas que hubiere sido. Mi machismo es mío y lo acepto como tal, pero con una enorme carga de vergüenza.

Mi segundo paso para homenajear hoy a las mujeres que amo y a las mujeres que ni conozco, es generar un compromiso interno serio y responsable de cambiar. De reconocer qué estoy haciendo mal, de escuchar a otras personas criticar mis acciones o pensamientos machistas y al menos darme un tiempo para reflexionar. Pero sobre todo, intentar cambiar ese chip con información retrógrada, volverme más sensible, hacer empatía con las problemáticas que viven a diario ustedes las mujeres y de esa forma sentir aunque sea a través de este ejercicio, las frustraciones que nuestra sociedad y gente como yo les hemos causado.

Por último y más allá de este manifiesto que he decidido hacerlo público, les pido perdón si alguna acción mía les generó cualquier sentimiento negativo, les lastimó o les menospreció. NO me justifico, pero estoy seguro que muchas de esas acciones, palabras u omisiones mías fueron expresadas desde mi inconsciente, desde mi ignorancia o desde la prepotencia nacida de la esupida creencia de ser miembro del sexo fuerte, dominante, más inteligente, más capaz…

Finalmente, pido su comprensión y su paciencia. Este cambio de mentalidad puede tomar mucho tiempo, ojalá que no. Y si en el camino vuelvo a errar, por favor sean compasivas, demuestren una vez más lo grandes que son, que han sido siempre, y vuelvan a perdonar, pero ya no se queden calladas: háganmelo saber, ayúdenme a ser una mejor persona.

Ustedes preguntarán ¿qué pasó? Este señor siempre tuvo madre, abuelita, tías, primas de quienes es muy cercano, a quien adora con el alma. Este ciudadano lleva casado varios años y en ellos ha convivido con su esposa, quien es su compañera de vida, a quien ama con locura. Todo eso es verdad; pero no hay mejor antídoto para el machismo que ver nacer y crecer a una hija: mi hija, por quien lucharé para que tenga un mundo con mayor igualdad, con menos discrimen, ojalá sin violencia y con mayores oportunidades que las que mi sociedad y yo hemos dado a las mujeres de nuestras generaciones.

Y esta lucha que hoy emprendo por ella, también la haré por tu hija, por tu hermana, por tu nieta, por tu madre y por tu esposa. Entonces, permíteme preguntar: ¿podrías tú sumarte a la lucha por mi hija (y por la tuya, tu hermana, tu nieta, tu madre, tu esposa…?

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