Marca con la firma de Ángela (Por Patricio Granja)

Marca con la firma de Ángela (Por Patricio Granja)

El fútbol más allá de sus secretos, es un deporte fácil de entender, con un objetivo claro y que lejos de gustarnos o no, se define por goles.  Pero varios otros deportes, casi todos en realidad, excepto los que se manejan por decisión de puntos, se miden por marcas.

Dentro de aquel mundillo de las marcas, en que normalmente gustan las competencias cortas y que tengan una resolución rápida, para así evitar entenderlas demasiado, la mayoría se muestra lejos de comprender el enorme trabajo y sacrificio que conlleva el mejoramiento continuo de estas denominadas marcas.

Un deporte que destaca en este ámbito es sin lugar a dudas el atletismo, donde cada décima o centésima significa un proceso dilatado de preparación y con enormes dosis de esfuerzo y privaciones.

Claro está que no siempre, por suerte con pocas excepciones, la satisfacción del deber cumplido o la consecución de la gloria, es suficiente premio. Hoy recordaba con algunos memoriosos del atletismo, una de las carreras que más esperé en mi vida de aficionado pasivo del atletismo, aquella de la final olímpica de 100 metros de Seúl 1988, cuando la gloria parecía disputarse entre dos nombres propios: Carl Lewis de Estados Unidos y Ben Johnson por Canadá.

No eran relevantes los otros competidores, y eso que eran generosos exponentes de esta época los Linford Christie (Inglaterra) y los Calvin Smith (Estados Unidos), ya que las cámaras y los ojos del mundo estaban en los dos candidatos. Todos sabíamos que el oro se lo peleaban ambos y que no había posibilidad de apostarle a otro. Fieles a lo que hacían los Lewis y Johnson, los espectadores tampoco respiramos por diez segundos. Todo fue espectacular de inicio a fin. Lewis era el gran candidato a llevarse al menos cuatro medallas de oro y entonces nos inclinábamos por el aparente más débil, el jamaiquino Ben Johnson, que corría con los colores canadienses.

Y así fue. Sensacional carrera y nuevo récord del mundo y olímpico para Johnson con un tiempo de novela que pulverizó todo: 9,79. Tan espectacular fue la participación de Ben, que Carl Lewis no salía del shock y pareció tan lejos del canadiense, que no se lo podía creer. Después, y más allá de los recuerdos, se mostró que el jamaiquino – canadiense estaba bajo la influencia de sustancias prohibidas, por ende, nada fue lo que pareció y Carl Lewis con 9,92 se llevó el oro. Hoy en día esta especialidad masculina tiene un monstruo llamado Usain Bolt y un tiempo de novela: 9,58.

En el campo femenino, las cosas fueron similares en aquel año de 1988. Aunque no en las Olimpiadas, Florence Griffith Joyner impuso en Indianápolis una inalcanzable, hasta hoy, marca de 10,49. En la final olímpica impuso una marca de 10,54, siendo segunda la también estadounidense Evelyn Ashford con 10,83 y tercera la alemana oriental, Heike Dreschler con 10,85.

El primer mundo atlético se coqueteaba con las súper marcas desde hace varias décadas, en especial en los 100 metros planos.  Pero en el caso de Ecuador, nada de esto parecía posible, ya que las especialidades de fondo eran las preferidas para nuestros y nuestras deportistas.

En los pasados Juegos Panamericanos, Ángela Tenorio presentó sus credenciales a nivel absoluto. Ya lo había realizado como atleta juvenil y en una proyección asombrosa. En el Mundial Juvenil de Donetsk, en Ucrania, en julio de 2013 no solo fue medallista de oro sino que además con una marca de 11,41 rompía la marca nacional en la especialidad que ella misma ostentaba.

Pero aquel logro solamente fue el membrete de presentación. En junio de 2014 en la ciudad de Medellín con motivo del Grand Prix de atletismo, se dio el gusto, para nosotros el honor, de batir la marca sudamericana de los 100 metros planos.

La marca la tenía secuestrada por una década la brasileña Franciela Krasucki, quien con un crono de 11,39 parecía ser inalcanzable. Aquella cita colombiana miró a Ángela en todo su esplendor. Con una marca de 11,25 pulverizó el récord anterior al mismo tiempo que generaba los mejores comentarios en toda Sudamérica.

El crecimiento de Ángela Tenorio parece no tener techo aún. En Canadá 2015, sin encontrarse entre las grandes favoritas y codeándose con atletas maduras en esta especialidad, nos regaló la medalla de plata con un crono de 10,99. Esta marca no solo le brinda la marca nacional y sub continental, sino que la convierten en la primera sudamericana en correr los 100 metros planos debajo de los 11 segundos.

Por ahora soñamos despiertos. Pensamos en los Olímpicos de Río de Janeiro 2016, aunque somos conscientes que la madurez de Ángela está lejana. Los 10,99 son cartas que muestran su potencial y crecimiento, pero son apenas la décimo séptima marca del año y a falta de nombres propios en esta competencia.  Ya se sumarán en el camino las jamaiquinas Shelly Anne Fraser Pryce, Elaine Thompson y la renovada Verónica Campbell Brown (Oro en Canadá), las estadounidenses English Gardner y Tori Bowie, la costa marfileña Murielle Ahouré o la nigeriana Blessing Okagbare, e incluso la brasileña Ana Claudia Silva, cuya mejor marca es 11,01.

La fragilidad en que estos segundos vive y se desarrolla, nos presentaron a una Ángela Tenorio lesionada en los 200 metros planos de los Juegos Panamericanos, privándonos de una medalla pero sobre todo, obligándonos a pisar en el suelo, para entender que la carrera de un atleta es un proceso que cumple tiempos, objetivos, que tiene una planificación, en muchos casos llena de lágrimas y sin sabores.

Mientras la coyuntura lleva la memoria colectiva del país hacia el olvido, nos abanderamos de una ilusión, que tiene nombre propio y una firma reconocida, la misma que se lee con cada vez mayor claridad y dice: Ángela Tenorio.

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