Liga Deportiva Universitaria jugará esta noche contra el Club Guabirá de Bolivia. Los dirigidos por Pablo Repetto buscará la clasificación en el Estadio Gilberto Parada de la ciudad de Montero. El entusiasmo y las buenas energías se sienten en los pasillos albos. Todos los jugadores comparten, juegan, se ríen. Eso se lo transmite a los hinchas, ya que luego de cada partido, los jugadores van a agradecerlos.
El técnico uruguayo siempre repite su 11 titular. Eso demuestra la continuidad de los futbolistas con una idea de juego para quedarse con los 3 puntos. Adrián Gabbarini, quién responde en cada jugada y sus atajadas son gritadas como gol. José ‘Choclo’, Franklin Guerra, Ándersson Ordóñez y Christian ‘El Chavo’ Cruz en defensa, que demuestran orden y anticipación para cortar las jugadas rivales. Los ‘Jefferson’ en contención, Orejuela e Intriago, que recuperan pelotas y las distribuyen. Los hermanos Julio y Fernando Guerrero en velocidad por las bandas. Finalmente, Hernán Barcos, el emblema y capitán de este equipo.
Franklin Guerra, el mariscal albo, ha jugado el 99% de los partidos. Ya que no jugó la gran parte del partido del Delfín y contra Macará por una inflamación en su empeine derecho. Él se siente cómodo con al camiseta blanca número 15. “Hemos ido de menos a más y ganamos en confianza. El equipo ha salido adelante y por eso estamos donde estamos”.
Liga Deportiva Universitaria viajó con mucho entusiasmo a Bolivia, ya que ganaron los 2 partidos a Barcelona Sporting, en Quito y Guayaquil. Antes de esos compromisos, Guerra recibió mensajes de hinchas y le decían que LDU iba a perder en el Monumental con un marcador abultado. “Ahora esos hinchas no me escriben ni para decir hola”.
En la cancha, él habla mucho. Ordena a sus jugadores, se comunica con Gabbarini y Ordóñez, o en el último partido con Salaberry, para construir un muro blanco en la parte trasera. “En la cancha intento ser un líder y ayudar a mis compañeros; ellos hacen lo mismo conmigo”. En Guayaquil, Guerra sintió molestia en su empeine izquierdo y pidió ayuda a Salaberry. “El otro día en Guayaquil sentí un dolor y le dije: “Sala, pégate un poco que no estoy muy bien”. Y así nos respaldamos entre todos”.
